sábado, 4 de julio de 2009

NI LA GRIPE IMPIDIO QUE DADDY LLENARA EL ORFEO EN CORDOBA


La gripe pudo menos. Ni una emergencia sanitaria, ni la escasez de barbijos, alcohol en gel y vacunas consiguieron arrebatarle a la noche de perreo que trajo Daddy Yankee. Una promesa cumplida, que hace más de un mes agotó entradas para la primera noche en el Orfeo y que hoy repetirá la dosis ante otras 10 mil personas.
La experiencia es demoledora. Raymond Ayala es un frontman hipnótico que se proclama el rey y hay multitudes para darle la razón, en ellas entra también una generación de nenitos que todavía no entraron al primario pero que ya tararean sus estribillos maratónicos y se saben el gesto exacto para el slang boricua que les llega desde San Juan.
"Por primera vez haciendo historia en Córdoba", arenga Daddy, y despliega magnetismo de MC respetuoso y un poco anticuado ante miles que lo esperaron por horas. Primero a la intemperie, algunos aferrados a sus barbijos, otros a las bufandas, la mayoría a sus trapos con la imagen del ídolo reguetonero.
Adentro, cerca de las 22, el trío de Yadiel tomó el pulso al auditorio con media hora de reggaetón, dembow y bachata. Casi una hora más tarde, Daddy abrió con Somos de calle, con la primera de muchas ráfagas de fuegos artificiales, bombardeo rítmico y cinco pantallas gigantes para recordar que lo suyo es pura piel. Un ballet de seis perreadores de competición aporta el clima pistero que Daddy Yankee busca en sus puestas, a mitad de camino entre el under callejero y despojado del que salió su música y la sofisticación tecnológica y efectista a la que se encamina una estrella legitimada por la industria

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